Convivir por años con las mismas personas tiene el potencial de impactar positivamente en la vida y el devenir de las personas, pero esto no ocurre naturalmente, es necesario realizar actividades intencionadas de articulación social, que fomenten vínculos sólidos y duraderos.
“(…)no todas las relaciones humanas son sociales, tampoco lo son todas las comunidades humanas, porque no todas se fundan en la operacionalidad de la aceptación mutua” (Maturana, 2001)
El BSI basa su diseño en la combinación de 16 años de experiencia con estudios internacionales de bienestar y calidad de vida de personas y comunidades, como el «Harvard study of adult development» de Harvard, que en sus más de 75 años de investigación concluye:
“El mensaje más claro que recibimos de este estudio de 75 años es este: las buenas relaciones nos mantienen más felices y saludables, punto» (Waldinger, 2015)
Desarrollar el Capital Social de las comunidades mejora significativamente la calidad de vida de sus participantes y también beneficia a las instituciones donde participan, pues mejora el rendimiento, disminuye la violencia y la delincuencia.
“La idea básica del Capital Social es que la familia, los amigos y los compañeros de una persona constituyen un valor importante al que recurrir en una crisis, que disfrutar por sí mismo y del que servirse para conseguir ventajas materiales. Las comunidades con recursos variados de redes sociales y asociaciones cívicas se encuentran en una posición más sólida para hacer frente a la pobreza y la vulnerabilidad, resolver disputas y sacar partido a oportunidades nuevas” (Putnam 2003)
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